Ese joven de 13 años era un incrédulo.
Pensaba que podía comunicarse con espíritus del más halla y
salir impune, se tomaba ese tema como un juego, era orgulloso pensaba que todo
ese asunto era ridículo, que en realidad nada de eso existía, que todo era un
falso pensamiento de gente ignorante y solía burlarse de sus compañeros de
colegio creyentes durante todo el día mientras los veía en el colegio. Y cuando
no los veía en el colegio los molestaba por sus redes sociales. Era tan molesto
que provocaba darle una golpisa, pero como sus amigos eran creyentes, estaban
en contra de la violencia.
Sus compañeros intentaban ignorarlo, pero mientras más lo
ignoraban el más sentía la necesidad de llamar la atención de ellos. Una cosa
es tener una ideología diferente y otra es perder el respeto por las personas
que piensan diferente a él y llegar hasta el punto de hacer bulling con eso.
Este pre adolescente les llenaba las redes sociales con mensajes y aunque lo
bloqueaban tenía muchas cuentas con las cuales los seguía molestando, se
aprovechaba de que sus creyentes amigos no le harían nada porque estaba en
contra de la violencia y de la venganza.
Venia de una familia adinerada de clase alta, sus padres
eran reconocidos empresarios, tenían la empresa más exitosa del estado y una de
las mejores del país. Había sido malcriado ya que siempre le habían dado todos
sus caprichos, era hijo único, jamás había sentido lo que es conseguir por si
mismo lo que quiere o simplemente quedarse sin ello, pensaba que era perfecto
solo porque tenía más dinero que los demás, y no soportaba a nadie que piense
distinto.
Un día escucho a sus amigos hablar sobre una leyenda urbana
que habían oído en Internet de un niño llamado Robert que se había
suicidado y se podía invocar su espíritu
colocándose frente a un espejo como a las 3 de la madrugada con toda la
habitación a oscuras y estando solo en tu casa, paso siguiente miras frente al
espejo y repites tres veces “espíritu de
Robert yo creo en ti, manifiéstate te ofrezco mi alma” y encendías un fósforo
hasta no poder sostenerlo en tus dedos, luego lo dejabas caer y el espíritu se
iba a manifestar en el espejo y luego junto a ti y mas nunca te abandonaría
hasta apoderarse de tu alma. Por supuesto a él le pareció una tontería y en su
ingenuidad no iba a perderse la
oportunidad de hacérselos saber.
-¿De qué hablan perdedores, aun no entienden que nada de eso
existe? Les dijo.
Uno de ellos se volteo y le respondió:
-ya que tan sabio te crees y tan convencido estas de lo que
piensas ¿porque no invocas al espíritu de Robert?, si estás tan convencido de
que no existe, entonces no debería darte miedo, ¿o es que acaso no crees
realmente en lo que dices?
El joven protagonista de esta historia sintió cierto temor e
inseguridad en ese momento, pero se sintió desafiado y su orgullo era demasiado
fuerte como para prestarle atención a su miedo.
-Claro que lo haré, esta noche mis padres saldrán en un
viaje de negocio y me dejaran solo ya que aunque aun soy joven ya me consideran
lo suficientemente responsable para que cuide la casa yo solo.
En realidad a sus padres les importaba mas el negocio que su
propio hijo por eso no le daban importancia en dejarlo solo.
Esa misma noche el joven se encontró solo dispuesto a
cumplir su palabra, como anteriormente les mencione sentía cierto temor pero su
orgullo lo opacaba, espero a que sea de madrugada, invoco el espíritu a las
tres de la madrugada con las luces apagadas, las puertas del cuarto cerradas y
encendió el fósforo tal como el juego lo indicaba. Las manos, al igual que todo
el cuerpo le temblaba a tal punto de que
casi no pudo sostener el fósforo y se le cayó. En ese momento pensó en
mentirles a sus compañeros diciéndoles que había cumplido con el juego sin que
el fósforo se le cayera. Pero en cuando se volteo para ir a encender la luz del
cuarto sintió que algo mas lo acompañaba, pudo sentirlo en cada suspiro de su
aliento, en cada musculo de su cuerpo, la sensación de pánico se apodero de su
alma en ese momento sintió que una mano fría y muy pequeña le acaricio la
mejilla y le susurro al oído “quiero tu alma”, miro hacia atrás y vio al espíritu.
El joven se asusto, corrió a encender cada luz que había a
su paso, abrió cada puerta de su casa y salió por la puerta principal corriendo
varias cuadras hasta cansarse, y para mas terror suyo sudando hasta más no
poder volteo hacia un pasillo oscuro y el niño sonriendo macabramente le dijo:
-no intentes escapar de mi. El joven volvió a correr, vomito pero no le
importaba, la adrenalina corría por sus venas, hasta que cayó inconsciente en
la calle.
Al otro día despertó en un hospital, explico lo sucedido a
sus padres que en respuesta le dijeron que tenían muchos negocios que hacer,
que estaba loco y que no podían perder el tiempo con él, que ya era grande como
para resolver eso por sí mismo.
El niño lo visitaba cada noche a su cuarto, se aparecía en
sus sueños haciéndolo despertar gritando a todo pulmón, el joven llego hasta el
punto de preferir quedarse despierto antes que sufrir esos terrores nocturnos.
Paso semanas sin
dormir, y el problema fue de mal en peor, ya no solo lo veía por la noche en su
cuarto y en sus sueños también lo veía durante el día todo el tiempo, a donde
iba Robert no paraba de atormentarlo pidiéndole el pago que este incrédulo
joven le había ofrecido.
Se manifestaba de diferentes maneras a través del espejo, de
la oscuridad o simplemente entre medio de la multitud o cuando estaba solo. Así
estuvo durante 1 mes y medio. Y aun en todo ese tiempo no le había contado nada
a sus compañeros ya que su vano y absurdo orgullo no se lo permitió.
Hasta que un día decidido a enfrentar al Robert tomo y
valor, lo miro fijamente y le dijo:
-Vete no te daré nada, vete o te haré daño, no te tengo
miedo espíritu inmundo.
-Tú me prometiste tu alma y ahora debes cumplir, yo volveré al
mundo a través de tu cuerpo y tú pasaras tu eternidad en la oscuridad y el
llanto por haberte burlado de mí, de mi leyenda y para más patraña haberme
insultado. Respondió el espíritu.
En ese momento, estallo en ira e impotencia, lloro
amargamente tomo un cuchillo y le respondió al espíritu:
-Prefiero suicidarme antes de entregarte mi alma
Se cortó la yugular y en su agonía con su último aliento de
vida pudo escuchar al niño susurrándole suavemente al oído:
-Vez que tan fuerte es la mente humana, todo este tiempo fui
solo una ilusión que tú mismo creaste y fue tan poderosa que te llevo al
suicidio.
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