Querido lectores espero que se encuentren muy bien. Hoy les dejaré un relato de terror que se publicará en tres capítulos, este es el primero, el segundo seguramente lo dejaré la semana que viene y el final en hallowen. Este relato lo estoy escribiendo con una talentosa escritora y novelista llamada Alejandra Sanders a quién le agradezco enormemente esta gran oportunidad que me ha concedido. Les dejaré un link que los llevará a su maravilloso blog, que a mi me encanta y se los recomiendo muchísimo, tiene unos relatos de terror excelentes, podrán dirigirse a su blog haciendo click aca. Sin más preámbulo espero que les guste este relato de suspenso-drama, agradezco sus visitas a mi espacio.
29 de Octubre de 1987, esa fue la fecha exacta en la que los
horrores y tragedias comenzarían si es que alguna vez terminaron.
Parecían una pareja perfecta. Estaban atravesando la etapa
más hermosa del noviazgo, aquella en la que ambos están en pleno enamoramiento.
Sienten que sus almas están conectadas, coinciden en absolutamente todo. Cuando
están juntos el tiempo vuela, las horas se convierten en minutos y sienten que
están juntos en otro mundo, un mundo diferente en donde sólo existe el amor y
la felicidad. Así es el amor, al menos hasta que pasan varios años y la
monotonía se apodera de ambos y es entonces cuando se ve realmente si lo que
sienten es amor verdadero.
Pero Diana y Lorenzo aún se encontraban muy lejos de esa
etapa puesto que hacía apenas 6 meses que estaban saliendo y hasta el momento
todo parecía marchar perfecto. Ambos eran escritores. Diana era una talentosa
novelista que tenía un trabajo fijo para una prestigiosa revista a nivel
nacional y regional llamada "Divinidad" en la que sólo publicaban los
mejores escritores del país. Ella tenía una sección especial llamada "El
cuarto oscuro" y con cada nueva publicación que realizaba su fama se hacía
cada vez mayor al igual que sus ganancias. Además Diana ya había publicado
cinco libros con la ayuda de una reconocida: “editorial Saturno". Cada
libro que sacaba era mejor que el anterior. Ella era muy buena sorprendiendo a
los lectores y jugando con su miedo e imaginación. De hecho, para muchos no
conocerla o no haber leído ninguno de sus libros era casi tan grave como no
saber el himno nacional del país.
Por otro lado,
Lorenzo era un buen poeta. No tenía tanta fama como su novia pero ya
había sacado varios poemarios para la "Editorial Esperanza" y su
futuro parecía bastante prometedor. Era un chico joven, simpático, tenía el
"don" de inspirar confianza y levantarle el ánimo a la gente si
habían tenido un mal día lo cual hablaba muy bien de él. Se notaba que sus
poemas eran expresiones del alma y sabía llegarle hasta lo más profundo a la
gente en ese sentido.
Lorenzo y Diana se conocieron en un programa televiso
llamado: "El café literario", en el que ambos fueron entrevistados la misma noche. Detrás de
cámara, Lorenzo, le pidió un autógrafo y una foto a Diana, le comentó que la
había estado leyendo a menudo y que le parecía excelente y maravilloso el
trabajo que realizaba. Luego, le ofreció una rosa atada a uno de sus poemarios
y le dijo:
—En la contraportada del libro me he tomado el atrevimiento
de anotarte mi número telefónico si algún día quieres ir a cenar conmigo o algo,
por favor llámame.
Diana se sintió halagada y sonriendo le respondió:
—Es un gesto muy bonito el que has tenido conmigo, y te lo
agradezco muchísimo, leeré tu poemario y lo pensaré.
Pasó una semana y lo llamó. Lorenzo se sintió emocionado y
acudió de inmediato a la cita. Transcurrió un período de tres meses aproximadamente
hasta que los protagonistas de esta historia decidieron formalizar su relación
con un noviazgo.
Todo parecía marchar perfecto. Sin embargo, fue en ese
momento cuando una serie de horrores comenzaron a acontecer en la vida de
ambos.
Diana había tenido una relación de 5 años con un jugador de
básquet de la liga nacional llamado Daniel Santillo. Durante esos años habían
tenido algunas discusiones tontas pero su relación era buena y Diana había
quedado embarazada por lo que comenzaron inevitablemente a pensar en el
matrimonio, hecho que no les disgustó para nada ya que en verdad se amaban y el
deseo de estar juntos y casarse había estado latente desde hacía tiempo.
Sin embargo, justo un mes antes de que Diana dé a luz a su
hija Fátima, su futuro marido enfermó de sida. Debido a que había contraído
relaciones sexuales con una amante que llevaba el virus en su cuerpo.
Diana se llenó de
rabia. Fue hasta el hospital para
arrojarle el anillo de compromiso en la cara a su prometido y decirle que ya no
quería volver a verlo jamás. Daniel le juró por la memoria de su madre que la
amaba y que sólo había sido una aventura.
Pasaron dos semanas y a pesar de que Diana sentía que aún
amaba a Daniel, el enojo le ganó y bastó para que no vuelva a verlo nunca ya
que a través de su mejor amiga le llegó la noticia de que Daniel había muerto
por un trastorno de angustia que le produjo un ataque cardíaco.
Este episodio marcó su vida y le costó mucho tiempo y
consultas a diversos psicólogos poder asimilarlo. Pero ya habían pasado tres
años y aún no podía superarlo ya que en cierta forma se sentía culpable de su
muerte. Pensaba que si lo hubiera
visitado y no hubiese sido tan dura con él, el ataque mortal no habría ocurrido.
Lo veía en sus sueños Sin embargo, prefería creer que eran
simples manifestaciones del inconsciente e ignorarlas para no angustiarse más de
lo que ya estaba.
Tan sólo 3 días después de que Diana formalizara su noviazgo
con Lorenzo le ocurrió algo que no era para nada habitual en ella, tuvo una
parálisis de sueño como las que solía tener su madre. Estaba consciente de que
había despertado pero no podía moverse y el sueño que estaba teniendo se convirtió
en una pesadilla. Sintió que Daniel se encontraba con ella en el cuarto y que la tocaba y le rasguñaba el cuerpo. Aunque
esto es normal en una parálisis de sueño, lo que Daniel dijo, hizo que el sueño
se transformara en pesadilla:
—Te he esperado tres años a ti y a nuestra hija. Me dejaste morir sólo y en agonía. Por una maldita noche de aventura. Si tanto me querías, al menos me hubieras
apoyado mientras estaba enfermo para que no muera. En cambio, empeoraste las
cosas por la forma grosera cómo me trataste. A pesar de eso, nunca deje de
amarte. Te esperé. Te visité cada noche mientras dormías. En todo momento he
velado por ti para que te vaya bien, para que el día de mañana podamos volver a
estar juntos y me lo has pagado ignorándome y yéndote con otro hombre. Te lo
advierto de una vez, aléjate de él o de lo contrario serán muy graves las
consecuencias. Esta vez no te daré elección. Estarás conmigo por las buenas o
por las malas. Pero eso no es todo, por
culpa tuya he muerto sin conocer a nuestra hija pero eso se acabó porque esta
misma noche ella vendrá conmigo porque
quiero conocerla, tenerla a mi lado para no sentirme tan sólo y esperarte junto
a ella.
En ese momento Diana pudo recuperar la movilidad de su
cuerpo y abrir los ojos. Instintivamente corrió hacia su hija para asegurarse
de que no le haya pasado nada, de que todo haya sido sólo una mala pasada de la
parálisis de sueño. Corrió a trompicones. Todos sus intentos por despertar a
Fátima fueron inútiles. La pequeña tenía 3 años. Murió víctima de un repentino
paro cardíaco mientras dormía. Los gritos y llantos de Diana fueron tan fuertes,
horribles y agonizantes que sus vecinos llamaron a la policía pensando que
algún criminal había ingresado a su casa.
La policía llegó tan rápido como pudo al departamento. Más
tarde llegó la ambulancia y por supuesto la prensa. El repentino fallecimiento
de Fátima fue noticia nacional y el país entero guardó luto por tres días.
Los médicos no encontraron ninguna explicación lógica a la
repentina muerte. La niña tenía una madre muy responsable que le había hecho
todos los controles indispensables para
su salud y en ningún estudio había tenido algún indicio que indicara un futuro
problema cardíaco. Jamás supieron dar una explicación lógica ni los médicos ni
los forenses. Ahora Diana se encontraba
tan angustiada y agobiada como nunca antes lo había estado, no sólo por la
muerte de su hija sino porque amaba profundamente a su poeta Lorenzo. Sabía que
él sería la única persona capaz de aconsejarla y darle fuerzas para salir de
una situación tan dura como la que atravesaba, pero Daniel había sido muy claro
con su advertencia.
CONTINUARÁ...
Si la primer parte de el relato les gusto les pido que dejen sus mgs y comentarios en mi página de facebook a la cuál podrán acceder haciendo click aca. Mil gracias a la talentosa novelista Alejandra Sanders por escribir este relato conmigo, no olviden visitar su maravilloso blog.
0 comentarios:
Publicar un comentario